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Ya sean eléctricos o de hidrógeno, faltan infraestructuras

Los vehículos de hidrógeno son populares en California. Sin embargo, esto provoca tiempos de espera de unos 45 minutos en las estaciones de servicio. Al igual que ocurre con los coches eléctricos en Europa, las infraestructuras no están a la altura y frenan la revolución de la movilidad.

Mucha gente sigue siendo reacia a comprar un coche eléctrico. Entre otras razones, porque la red de recarga aún no es lo bastante fiable como para garantizar un viaje sin preocupaciones dentro de Alemania o por toda Europa.

Ahora existe un problema similar con los coches de hidrógeno. En California, los vehículos con esta propulsión alternativa son muy populares, en parte porque las subvenciones de los fabricantes y el Estado son elevadas. Al comprar un Toyota Mirai, recibes un descuento de 5.000 dólares de Toyota, 7.500 dólares en subvenciones estatales y una tarjeta de combustible por valor de 15.000 dólares.

Pero las estaciones de servicio de hidrógeno no están a la altura de las circunstancias. Aunque el repostaje suele durar sólo unos minutos, la presión de la columna debe volver a acumularse tras un repostaje antes de que pueda iniciarse el siguiente. Este proceso, que eleva la presión a 700 bares, dura unos 36 minutos. Si antes se ha repostado un camión o un autobús y no un coche, la presión en el surtidor baja hasta tal punto que hay que esperar unos inimaginables 360 minutos hasta que el surtidor esté listo para el siguiente repostaje.

Con más surtidores se solucionaría el problema, pero los costes de instalación son muy elevados: alrededor de 1 millón de euros. El transporte y el almacenamiento también son difíciles con el hidrógeno. No se puede transportar por tuberías porque el gas se escaparía por las válvulas y dañaría las tuberías. Por eso hay que transportarlo en camiones de paredes gruesas.

Así que la logística y la infraestructura del hidrógeno son tan complicadas como las de los coches eléctricos, aunque por motivos diferentes. Ya se están investigando nuevos conceptos, como la llamada pasta energética, que almacena hidrógeno en forma de pasta gris y lo libera desde un pequeño cartucho en el interior del vehículo, y podría resolver el problema. Sin embargo, pasará algún tiempo antes de que los planteamientos novedosos cambien el mercado.

Así que se sigue investigando en la tecnología de sistemas de propulsión alternativos para vehículos eléctricos y de hidrógeno. Cada vez circulan más vehículos de este tipo, en parte gracias a las elevadas subvenciones. Pero éstas suelen dar lugar a una exageración para la que la infraestructura no está preparada. Por tanto, no sólo hay que seguir desarrollando y ampliando los vehículos, sino los conceptos completos, para que los vehículos diésel y de gasolina puedan ser sustituidos por los nuevos tipos de propulsión en un futuro próximo.  

Sólo así se allanará el camino hacia la movilidad ecológica.