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Penitencia por la recarga salvaje

Uno de los mayores problemas para pasarse al coche eléctrico es la inadecuada red de recarga. Los conductores siguen teniendo que pasar demasiado tiempo buscando un punto de recarga gratuito. Si las cifras de ventas de coches eléctricos aumentan, el problema se agravará automáticamente.

Además del riesgo de incendio de las baterías eléctricas de los vehículos, la falta de estaciones de carga es otra obra en el camino hacia una mayor sostenibilidad en el transporte. Debido al riesgo de incendio, algunas ciudades ya han suprimido de nuevo los autobuses eléctricos, como Stuttgart y Múnich. Es demasiado arriesgado que las baterías se incendien durante la conducción o mientras están aparcadas. Por ello, algunos modelos de coches de General Motors sólo pueden aparcarse a una distancia de 15 metros, como ha advertido ahora la empresa. Es de temer que los conductores de coches eléctricos opten por un vehículo menos respetuoso con el medio ambiente.

Otra de las razones por las que ahora se cambian los coches eléctricos por los de combustión es el escaso número de estaciones de recarga. La instalación de estaciones de carga va irremediablemente a la zaga de las ventas de coches eléctricos. Cuando el Kreditanstalt für Wiederaufbau (Instituto de Crédito para la Reconstrucción) concedió una prima de 900 euros por estación de recarga, pronto hubo que suspender la oferta debido a la gran demanda. Pero la red sigue siendo insuficiente.

La falta de estaciones de recarga hace que la gente sea ingeniosa, como ocurrió en Baden-Württemberg, donde un automovilista se limitó a utilizar la electricidad de su casa para cargar el coche. Pero esto no es tan fácil: tender cables a través de la acera pública hasta la casa no está permitido y se castiga con una multa. El hombre tuvo que pagar casi 180 euros por "carga salvaje", ya que no obtuvo permiso para el uso especial de la calle. Por tanto, cargar en la red de casa sólo es recomendable si el cable pasa exclusivamente por la propiedad de uno, pero no por terrenos de la calle que usa todo el mundo.

En comparación, orinar en la calle es prácticamente una ganga: En Stuttgart, sólo se pagan 80 euros por iluminar contra un árbol. La misma cantidad, por cierto, que pagas por conducir un viejo diésel en la zona de bajas emisiones de Stuttgart. Mientras este tipo de infracciones sean más baratas que la desesperada iniciativa de los propietarios de coches eléctricos de cargar ellos mismos sus vehículos, no debería sorprendernos que el cambio a un tráfico sin emisiones pueda llevar mucho tiempo.