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Rechazan un centro urbano sin coches

Los alemanes no quieren renunciar al coche. Más de la mitad está en contra de los centros urbanos sin coches. Incluso entre los ciudadanos más jóvenes, que tienden a ser más partidarios de reducir el tráfico de automóviles, no hay una mayoría a favor de bloquear el tráfico de automóviles.

"Volksentscheid Berlin Autofrei", la iniciativa que quiere cambiar radicalmente el paisaje urbano de Berlín, lo tendrá muy difícil si algún día se somete a referéndum. Quiere prohibir los coches en el anillo de tranvías de Berlín en general, con algunas excepciones. Pero aunque el plan de más espacio, centros urbanos más tranquilos y limpios y zonas verdes con bancos y parques infantiles suene bien, a la mayoría de los alemanes no les convence. Prefieren el coche en la puerta de casa.

Una encuesta de Civey encargada por Business Insider a más de 5.000 personas mostró que sólo el 28,6% está a favor de centros urbanos sin coches. Muchos ni siquiera están completamente convencidos de ello, sino que dieron un "más bien sí" algo más dubitativo como respuesta. El 66,5% vota en contra de los centros urbanos sin coches, de nuevo con una tendencia hacia el "No, definitivamente no".

Por supuesto, también hay reacciones más positivas en distintos grupos de población. Los más jóvenes suelen ser más positivos respecto a los centros urbanos sin coches. Entre los jóvenes de 18 a 29 años, el 38,4% está a favor. En la ciudad, el concepto también encuentra más aprobación que en el campo. Tal vez se deba también a que el transporte público hace innecesario el coche. En el campo, el 74,6% está en contra de las medidas sin coches.

Sin embargo, como se ha demostrado en otros países, una actitud negativa no es inusual al principio. A menudo, los ciudadanos carecen de imaginación, tienen miedo al cambio y a tener que prescindir de cosas por falta de coche, en lugar de ver las ventajas de los parques e instalaciones recreativas sin coches. En los casos en que se han introducido peajes urbanos para reducir el tráfico en el centro de las ciudades y se han cerrado calles enteras al tráfico de paso, los ciudadanos afectados se han mostrado a menudo mucho más positivos respecto a las medidas al cabo de poco tiempo que cuando se introdujeron, por ejemplo en Estocolmo, París y Barcelona.

Así que puede que haya llegado el momento de que los políticos alemanes se atrevan a introducir calles y barrios sin coches para provocar un cambio en la población. Proyectos de prueba como el de la Friedrichstraße de Berlín no pudieron ensayarse durante mucho tiempo debido a la pandemia, pero podrían resultar bastante positivos, también para el comercio minorista y la gastronomía de los alrededores.

Porque en estos momentos, el número de vehículos por habitante en este país sigue aumentando. Así que, si no queremos ceder nuestras ciudades por completo al tráfico de automóviles, tenemos que cambiar ya nuestra forma de actuar. Para ello, sólo necesitamos un empujón de los políticos para que nos muestren las ventajas de las zonas sin coches y mejores alternativas al automóvil.