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Recarga en las farolas: ¿un experimento caro con beneficios limitados?

El reto de la electromovilidad no es sólo la compra de los vehículos, sino también la provisión de una infraestructura de recarga a escala nacional. La start-up berlinesa Ubitricity ha ideado una solución creativa: convertir las farolas en estaciones de recarga. Pero la realidad da que pensar. Según las cifras actuales del Senado de Berlín, ni siquiera una de cada diez farolas es apta para la conversión. Además, los costes son considerables: 6.000 euros por conversión (sin ampliación de la red).

En los distritos orientales de Berlín hay especiales dificultades. Aquí, muchos postes sólo están conectados a la red con un cable de alumbrado y sólo tienen electricidad por la noche. Además, muchos postes son estructuralmente inadecuados o los edificios catalogados impiden su rehabilitación. Cabe preguntarse si los costes son proporcionales a los beneficios.

La administración de transportes de Berlín ha determinado sobriamente que el potencial de la infraestructura existente se agota en gran medida sin reequipamiento. Por esta razón, las estaciones de recarga existentes fueron seleccionadas para un uso especial por las autoridades municipales de carreteras y espacios verdes. Los criterios de selección incluían el material, la forma y el diámetro del poste, así como el año de construcción. Los postes de hormigón y todos los postes erigidos antes de 2011 no son adecuados para la conversión.

Para 2030, la infraestructura pública de recarga en Berlín se ampliará a más de 1.800 nuevos puntos de recarga por Berliner Stadtwerke y alrededor de 1.400 por terceros operadores. Es cuestionable si se seguirán transformando las farolas.

Convertir las farolas en estaciones de recarga es una idea innovadora, pero su realización se enfrenta a obstáculos considerables. Los elevados costes y el número limitado de ubicaciones adecuadas plantean dudas sobre la viabilidad práctica y económica de este concepto. Queda por ver si este proyecto tendrá continuidad y cómo. Una cosa está clara: la electromovilidad necesita una infraestructura de recarga a escala nacional. Y para ello hay que encontrar soluciones eficientes y económicas.