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Esquizofrenia de los conductores alemanes

Barato, rápido y fácil. Así es como les gusta a los alemanes su movilidad. A muchos no les importa si también es buena para el clima. Por eso, aunque muchos ciudadanos reclaman más protección del clima, no quieren empezar por sus propios coches.

Cuando se trata de movilidad en Alemania, el coste, la rapidez y la flexibilidad son las principales prioridades de los ciudadanos. Menos importantes, en cambio, son la neutralidad de CO2 y la seguridad vial. Especialmente durante la pandemia de Corona, muchas personas volvieron a confiar mucho en el coche, por ejemplo para evitar trenes y autobuses abarrotados.

El 73% de las 4.000 personas encuestadas en un estudio de la aseguradora HUK-Coburg afirmaron que el coche (o el e-car) es su medio de transporte preferido porque satisface sus necesidades. Sólo el 16% declaró que el tren y sólo el 10% el autobús eran sus medios de transporte preferidos.

Esta actitud de los ciudadanos también se refleja en el número de vehículos en Alemania. Y es que en los últimos años, el número de coches en Alemania no ha dejado de aumentar. A principios de 2019, había 567 vehículos por cada 1000 habitantes, según la Autoridad Federal de Transporte Motorizado y la Oficina Federal de Estadística. En 2008, todavía había 501. Especialmente en las zonas rurales, los coches son insustituibles para mantenerse en movimiento, según el investigador de transporte Andreas Knie, del Centro de Investigación de Ciencias Sociales de Berlín. Nunca antes las conexiones con el transporte local habían sido tan malas allí como ahora. Pero también hay un número increíble de vehículos en las ciudades. En Berlín, con 332, hay comparativamente pocos coches por cada 1.000 habitantes. En cambio, en la zona del Main-Taunus, entre Wiesbaden y Frankfurt, hay 700 vehículos por cada 1.000 habitantes. Por cierto, a la cabeza se sitúa la sede de VW en Wolfsburg, donde hay la increíble cifra de 1.100 vehículos por cada 1.000 habitantes. Sin embargo, la mayoría de los vehículos de servicio de VW se matriculan aquí, aunque circulen por otros lugares.

Al igual que ocurre con cuestiones como las normas alimentarias, en las que mucha gente quiere más bienestar animal y mejor calidad, pero apenas quiere rascarse el bolsillo para ello, o la cuestión del consumo y la sostenibilidad, los alemanes están claramente demasiado encariñados con sus coches como para dejarlos de lado por la protección del clima. Para 7 de cada 10 personas, el coche es indispensable en el hogar.

Esta estadística muestra claramente que la política debe crear por fin otras ofertas para que la república automovilística sea más verde en las carreteras. La expansión del transporte público y los carriles bici, así como el uso compartido del coche, deben promoverse mucho más para resultar más atractivos. Si es necesario, las prohibiciones como las zonas ecológicas o las zonas completamente libres de coches también deben contribuir a reducir el número de desplazamientos en coche en Alemania.

Alemania aún tiene un largo camino por recorrer para proteger más la salud de sus ciudadanos y el clima en el sector del transporte.