< Show all posts

En llamas: París retira de la circulación 149 autobuses eléctricos

Tras dos incendios, la ciudad retira temporalmente de la circulación el modelo afectado. Casos similares en el sur de Francia y Alemania. ¿Son realmente seguros los autobuses eléctricos?

Las imágenes de una cámara de vigilancia, publicadas ahora en YouTube, muestran una enorme nube de humo sobre París y un autobús en llamas que quedó reducido a cenizas en cuestión de segundos. Esto ocurrió a finales de abril en la capital francesa, pocas semanas después de un incidente similar en el quinto distrito.  

Los transeúntes fueron alertados por un fuerte olor a plástico quemado. Entonces avisaron al conductor, que ordenó evacuar a todos los pasajeros. Todos pudieron bajar del autobús a tiempo y escapar de las llamas que se propagaban rápidamente. No hubo heridos. La causa del incendio aún no está clara. A la espera de los resultados del informe encargado por el fabricante Bolloré, la empresa nacional de transportes (RAT) retira del servicio 149 autobuses eléctricos Bluebus 5SE. No utilizarlos podría provocar interrupciones en la red de transporte público de París. Sin embargo, muchos otros autobuses con motor eléctrico siguen en uso en París. Alrededor de 500 autobuses eléctricos de distintos fabricantes circulan por las calles de la metrópoli desde 2016. Según la empresa de transportes, no ha habido "incidentes importantes" en cinco años.  

Sin embargo, París no es la única ciudad en la que se han producido problemas de seguridad con vehículos eléctricos recientemente. Entre otros, un autobús eléctrico se incendió en la ciudad de Carcasona, en el sur de Francia, el pasado mes de abril, lo que provocó el despliegue de los bomberos durante horas. Alemania tampoco es ajena a estos casos. Hace sólo unas semanas, un coche eléctrico se incendió mientras se cargaba en Berlín-Spandau. Especialmente preocupantes son los humos tóxicos de la batería en llamas, que los bomberos que acudieron al rescate tuvieron dificultades para extinguir.  

Aunque estos casos ponen en duda la seguridad de los autobuses eléctricos, tanto Francia como Alemania no renuncian al camino elegido y siguen eliminando progresivamente los autobuses diésel. La RATP tiene previsto convertir toda la flota de autobuses de París a propulsión eléctrica y biometano a mediados de esta década. A pesar de algunos costes de adquisición más elevados y problemas técnicos, la política climática de muchas ciudades europeas ve en los autobuses eléctricos el camino hacia un transporte más respetuoso con el medio ambiente, en el que los ciudadanos puedan conducir de forma más limpia en cualquier punto de la ciudad. Incluso en las zonas de bajas emisiones, donde sólo se permite la entrada a los vehículos menos contaminantes. Esto deja a menudo a las ciudades sin alternativa a los e-buses.