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Óxido de nitrógeno (NOx)

El óxido de nitrógeno (NOx), o óxido de nitrógeno para abreviar, es un término colectivo para compuestos gaseosos, los más importantes de los cuales son el monóxido de nitrógeno (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO2). Junto con los hidrocarburos, los óxidos de nitrógeno son responsables de la formación de ozono. También contribuyen a la formación de polvo fino.

Los óxidos de nitrógeno se producen durante la combustión de carbón, petróleo, gas, madera y residuos. Esto significa que allí donde se utilizan combustibles fósiles para generar energía para propulsión o calefacción, se producen y liberan al aire grandes cantidades de óxido de nitrógeno. En las ciudades, sin embargo, son los vehículos los responsables de entre la mitad y dos tercios de la contaminación. De ellos, el 80% procede de motores diésel. Esto incluye también los motores diésel de los barcos. En ciudades portuarias como Hamburgo, el puerto es responsable de aproximadamente un tercio del óxido de nitrógeno. 

El nitrógeno daña a los seres humanos, especialmente a las vías respiratorias, pero también a las plantas, como los árboles de las calles, ya que envejecen prematuramente y las hojas se vuelven amarillas, por lo que funcionan peor como filtros de aire. Además, el óxido de nitrógeno acaba penetrando en el suelo, que puede sobrefertilizarse y acidificarse.

Como el problema se conoce desde hace tiempo, desde hace años se intenta reducir la cantidad de este contaminante. Con éxito: entre 1990 y 2015, las emisiones de óxido de nitrógeno se redujeron un 56% en toda Europa.

En Europa se aplica un valor límite de dióxido de nitrógeno de 40 microgramos por metro cúbico de aire como media anual. La OMS aboga por rebajar este valor a sólo 10 microgramos. Si la UE adopta esta medida, es solo cuestión de tiempo que haya más prohibiciones de circular con diésel en muchas ciudades europeas.