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¿Quién tiene realmente la culpa de las zonas medioambientales y las prohibiciones de circulación?

Somos responsables de los bajos niveles de partículas y óxidos de nitrógeno. Todos y cada uno de los conductores de automóviles, preferiblemente los diesel, todos los transportistas, los repartidores, los camioneros, los conductores de autocar, los taxistas y, sí, también los usuarios del transporte público, porque los autobuses urbanos también contaminan el aire.

Eso es lo que nos han dicho durante años. La culpa es nuestra: del pequeño ciudadano que depende de su vehículo para ir a su trabajo o para poder hacerlo. Como es bien sabido, hay fuentes de emisiones mucho mayores aparte del tráfico rodado. Aparte de la agricultura y el encendido de estufas de leña, ¡también hay enormes cruceros y portacontenedores!

¿Sabías que el Symphony of the Seas quema 150 toneladas diarias de fuel pesado? El resultado es la increíble cantidad de 450 kilos de partículas. Lo que a su vez equivale a las emisiones de un total de 21,5 millones de coches diésel VW Passat. Y esto no se refiere a todos los días en el mar. También en el puerto los motores funcionan las veinticuatro horas del día. La electricidad que se ofrece para que los motores descansen a menudo no se utiliza o se utiliza muy poco tiempo. La razón: la electricidad es demasiado cara... Así que es mejor ignorar el Acuerdo del Clima de París y contaminar el aire. Día tras día, noche tras noche: las partículas de 21,5 millones de vehículos diésel, causadas por un solo barco. Si tenemos en cuenta que en Alemania "sólo" hay 58,2 millones de vehículos a motor, ¡todo esto resulta aún más absurdo! 

Por cierto: además de las gigantescas cantidades de partículas, cada día se producen también 5 toneladas de NOx. Esto corresponde a las emisiones de 1,42 millones de VW Passat. 
Muchos críticos, no sin razón, califican esto de locura y exigen consecuencias. Pero éstas no llegan, porque el transporte marítimo de cruceros en particular promete ingresos millonarios: para los armadores y para las ciudades, que dependen de turistas solventes, sobre todo en tiempos de pandemias.  

Así que cada vez nos acosan más y nos limitan personalmente las zonas medioambientales para coches, mientras en los puertos se lanzan a la atmósfera horrendas cantidades de contaminantes, sin consecuencias.  

  

Así que, una vez más, el lema es: ganar dinero irresponsablemente antes que la salud.