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Las desventajas del bombo eléctrico

¿El coche eléctrico como salvador del clima? Algunos expertos dudan cada vez más de que el coche eléctrico pueda contribuir a la lucha contra el cambio climático. Sobre todo, la producción de las baterías contribuye masivamente a dañar el medio ambiente en otras partes del mundo. Además, los coches eléctricos apenas tienen demanda en el mercado de segunda mano.

Los Estados europeos avanzan a un ritmo cada vez más rápido en el cambio de movilidad hacia los coches eléctricos. En muchas ciudades se están prohibiendo los viejos coches de combustión por zonas medioambientales, y pronto se prohibirá totalmente su matriculación. La esperanza está en el coche eléctrico. Pero los expertos ven cada vez más problemas en esta vía de transformación de la movilidad.

Las baterías de los coches eléctricos, en particular, son un gran problema. Su producción requiere de media el doble de materias primas que la construcción de un coche de combustión. Sobre todo, se necesita cobre, cobalto, níquel y litio para las baterías. Sin embargo, la extracción de estas materias primas contribuye masivamente a la destrucción del medio ambiente en otros países. El litio, por ejemplo, se extrae en Sudamérica. Según las estimaciones, cerca del 70% de las reservas mundiales de litio se almacenan en Bolivia, Chile y Argentina. Las empresas mineras locales desplazan a la población indígena. También se utilizan productos químicos para extraer la materia prima, que enferman a personas y animales de la región. La tendencia hacia coches electrónicos de mayor autonomía necesita baterías cada vez más grandes. Esta tendencia es catastrófica para el medio ambiente y los habitantes de las zonas del litio.

Se necesitan unos diez kilos de litio para la batería de un coche eléctrico. Aunque las baterías pueden reciclarse, según los cálculos del Instituto Fraunhofer de Investigación en Sistemas e Innovación (ISI), un coche eléctrico pequeño sólo aporta beneficios climáticos después de recorrer unos 72.000 kilómetros. En el caso de vehículos con baterías más grandes, el valor es proporcionalmente mayor. Debido al elevado consumo de recursos durante su producción, son perjudiciales para el medio ambiente si no se reciclan antes. Sin embargo, el mercado de coches usados eléctricos es mucho menos lucrativo que el de los de combustión. Las subvenciones estatales hacen que apenas merezca la pena comprar un coche eléctrico de segunda mano. Los vehículos pierden valor mucho más rápido que los coches diésel o de gasolina. A ello contribuye el rápido desarrollo de la tecnología. Por eso, los coches eléctricos más antiguos ya no pueden seguir el ritmo de los modelos más nuevos.  Así, mientras el mercado de coches nuevos crece rápidamente, los vehículos se utilizan poco tiempo.

La mezcla de electricidad con la que se alimenta un coche eléctrico también determina hasta qué punto es respetuoso con el medio ambiente. Para que el coche eléctrico sea realmente respetuoso con el clima, debe cargarse con energías renovables, tener una larga vida útil y reciclar las materias primas de las baterías. Por tanto, el coche eléctrico puede hacer que el mundo sea más ecológico. Sin embargo, todavía no es un salvador del clima, sino que desplaza el problema de la destrucción del medio ambiente y el cambio climático a un lugar lejano que parece preocuparnos poco.

Por eso, en lugar de confiar únicamente en el e-car, necesitamos conceptos que den forma a la vida cotidiana de los ciudadanos sin coche. La movilidad del mañana debe tener menos tráfico rodado y más transporte público, distancias más cortas que puedan recorrerse en bicicleta o a pie. El coche eléctrico podría complementar estos conceptos. De este modo, podría contribuir realmente a salvar el clima.