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La historia interminable de Stuttgart

La situación en Stuttgart en relación con las zonas medioambientales y la prohibición de circular con diésel es cualquier cosa menos clara, incluso a principios de 2020. Así pues, reinan la confusión unánime y el caos general.

Stuttgart lleva meses luchando contra las prohibiciones de circulación. En realidad, la situación debería estar completamente clara y esta lucha debería caracterizarse por la desesperanza, jurídicamente todo está en paños secos: la ciudad tiene que adherirse a la aplicación del llamado y tan cacareado plan de aire limpio. En 2017, el tribunal administrativo dictaminó, a petición de la organización Deutsche Umwelthilfe, la introducción de prohibiciones de circulación exhaustivas para los vehículos diésel EURO 5 en la zona medioambiental de Stuttgart. 
Hasta aquí la teoría.   

Sin embargo, si observamos de cerca la situación actual en la ciudad del motor a orillas del Neckar, podríamos pensar que estamos viendo a un niño desafiante y malcriado que se niega continuamente a mantener su habitación ordenada tras las repetidas advertencias de sus padres.  
¿Prohibición total de circular con diésel EURO5 en toda la zona medioambiental? 
De ninguna manera. 
Sin embargo, esta proverbial sentencia con una X va aún más lejos, porque las multas que el ayuntamiento ya ha tenido que pagar varias veces por orden judicial (paradójicamente a sí mismo) debido a su incapacidad para aplicar las ordenanzas ordenadas parecen quedar sin efecto. El ayuntamiento ya ha tenido que pagar multas en dos ocasiones, por un total de 10.000 y 15.000 euros respectivamente. Hasta ahora, los ciudadanos han esperado en vano que los responsables de Stuttgart entren en razón.  

 
Sin embargo, a la metrópoli y a su gobierno verde no les queda mucho tiempo.  
El Tribunal Administrativo, la máxima autoridad administrativa del Estado federado, decide ahora el futuro rumbo de la política medioambiental de la metrópoli del sur de Alemania. Abandonar las prohibiciones de circulación impuestas hace años parece poco realista y, ante todo, sencillamente irrazonable.
Ya es hora de que el gobierno de Stuttgart se dé cuenta de su obligación para con la salud y la seguridad de sus ciudadanos y se presente por fin como una ciudad responsable en 2020. El daño que ya se ha hecho, incluida la tormenta de mierda mediática, debería demostrar que no existe una alternativa realista a la prohibición de conducir.  
Sin embargo, queda por ver cuándo se darán cuenta de este hecho en el Ayuntamiento de Stuttgart.