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Contaminación atmosférica: riesgo nº 1 para la salud

Con cerca de 4,2 millones de muertes anuales, ningún otro problema medioambiental mata a personas en todo el mundo con tanta frecuencia como la contaminación atmosférica. Las partículas, los óxidos de nitrógeno y el ozono afectan al cuerpo humano de muy diversas maneras y pueden causar graves problemas físicos y psicológicos.

La Agencia Europea de Medio Ambiente califica la contaminación atmosférica como el mayor riesgo para la salud causado por factores medioambientales, que provocó unas 400 000 muertes prematuras en Europa en 2018. En todo el mundo, la organización Global Burden of Disease calcula la asombrosa cifra de 4,2 millones de muertes. La contaminación atmosférica es, por tanto, la quinta causa más común de muertes prematuras.

Especialmente en las zonas urbanas, las personas están expuestas a una calidad del aire extremadamente mala, causada por el tráfico, pero también por la industria, la agricultura y los procesos de combustión, por ejemplo al calentar en los hogares. Especialmente nocivos para la salud son los óxidos de nitrógeno y el ozono, así como el polvo fino, es decir, las partículas en suspensión más pequeñas del aire.

Cuando se inhalan, las partículas entran en los pulmones a través de las vías respiratorias. Cuanto más pequeñas son las partículas de polvo fino, por ejemplo las inferiores a 2,5 micrómetros (PM2,5) o las ultrafinas de hasta un nanómetro (PM0,1), más lejos pueden penetrar en los pulmones y alcanzar los alvéolos y el tejido pulmonar o incluso pasar al torrente sanguíneo. Desde aquí, pueden alcanzar y dañar directamente casi todas las células corporales. Al igual que el polvo fino, el óxido de nitrógeno y el ozono también pueden penetrar profundamente en los pulmones y desencadenar allí la inflamación. Como resultado, se liberan sustancias mensajeras en la sangre, que también pueden afectar negativamente a una gran variedad de órganos.

La Agencia Europea de Medio Ambiente cita el cáncer de pulmón con un 17%, las cardiopatías coronarias, es decir, el suministro insuficiente de oxígeno al corazón, con un 12%, los accidentes cerebrovasculares con un 11% y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) con un 3% como las principales causas de muertes prematuras relacionadas con la contaminación atmosférica. Especialmente las PM2,5, es decir, las partículas más pequeñas, se han relacionado con las enfermedades cardiovasculares a través de diversos mecanismos. Entre ellos figuran la disfunción del endotelio, la barrera entre la sangre y los tejidos, la vasoconstricción, la hipertensión arterial, la inflamación sistémica y el estrés oxidativo desencadenado por los radicales libres.

Además de las dolencias físicas, la investigación también ha demostrado que la contaminación atmosférica puede tener un impacto negativo en la psique humana. Desde los trastornos de concentración y las dificultades de aprendizaje en los niños hasta el Alzheimer y la demencia, pasando por la depresión y la aparición de pensamientos suicidas, la contaminación atmosférica puede desencadenar toda una serie de trastornos mentales.

Las zonas de bajas emisiones y las prohibiciones de circulación contribuyen a un aire más limpio en nuestras ciudades. Está claro que mejorar la calidad del aire es necesario para proteger vidas humanas. Sin embargo, el método de imponer más y más prohibiciones en lugar de ayudar a los ciudadanos a cambiar su movilidad es controvertido.

Si quiere saber más sobre las repercusiones para la salud de la contaminación atmosférica y acústica del tráfico y otras fuentes, puede hacerlo aquí.