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Conducir sigue siendo un asesino climático

Los automóviles ocupan el tercer lugar entre los contaminantes climáticos más devastadores. En términos de cambio climático, el transporte es por tanto uno de los principales factores, y el CO2 emitido por el motor de combustión interna debe reducirse permanentemente.

Los fabricantes de automóviles se han dado cuenta de ello y ya casi no hay fabricante de vehículos que no produzca al menos un modelo sin el clásico motor de combustión.  

Además de la generación de electricidad y la industria, los automóviles son actualmente responsables de una cuarta parte de todos los gases nocivos de efecto invernadero, como ponen de manifiesto las cifras actuales.  
El año pasado, este hecho alarmante llevó a la UE a tomar medidas al acordar en Bruselas una normativa más estricta en materia de objetivos de CO2 para los coches nuevos.  
En el futuro, los fabricantes deberán reducir las emisiones de dióxido de carbono de los coches nuevos en un asombroso 40% de aquí a 2030: obligatorio para todos.  
Basándose en las últimas cifras, la Agencia Federal de Medio Ambiente ha podido elaborar una especie de lista negra de los tipos de vehículos que emiten más CO2. El equivalente de CO2 se cuantifica en gramos por pasajero-kilómetro. El coche convencional con motor de combustión aparece en la lista con un índice de 216,5, seguido del coche eléctrico con casi 96.  

¿Los coches eléctricos consumen CO2? Sí, exactamente, porque la fabricación de productos metálicos como habitáculos, chasis, etc. requiere acero, que a su vez se fabrica con mineral de hierro: en el proceso se quema carbón.  
Este hecho debe tenerse en cuenta a la hora de debatir la cuestión de la contaminación por CO2. Producir sólo coches eléctricos es demasiado cortoplacista a medio y largo plazo.