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¿Noruega pronto será un país sin coches?

El Gobierno noruego anima a sus ciudadanos a utilizar más el transporte público. Para ello, se van a suprimir las subvenciones a los coches eléctricos. ¿Seguirán el ejemplo otros países?

En casi ningún otro país la integración de los coches eléctricos ha tenido tanto éxito como en Noruega. En 2021, los coches eléctricos representarán el 64,5% de las nuevas matriculaciones. A partir de 2025, ni siquiera podrán venderse nuevos coches de combustión. Sin embargo, esto no parece ser suficiente para el Gobierno noruego, que ahora quiere ir un paso más allá. Tras la revolución eléctrica, se espera que en el futuro los ciudadanos del paraíso eléctrico utilicen el transporte público, la bicicleta o incluso vayan a pie. Que circule el menor número posible de coches.  

Ese es el plan del Primer Ministro socialdemócrata, Jonas Gahr Støre, y del Ministro de Transportes, Jon-Ivar Nygard. Piden a sus compatriotas que utilicen más los autobuses y los trenes. "Los coches eléctricos nos ofrecen opciones de transporte más ecológicas, pero también compiten directamente con el transporte público en zonas densamente pobladas. Tenemos que hacer más atractivo el uso del transporte público, la bicicleta y los desplazamientos a pie", explica Nygard. Debido a la pandemia mundial, muchos noruegos han seguido evitando el transporte público, lo que ha provocado un fuerte descenso del número de personas que utilizan autobuses y trenes. Ahora el Estado quiere volver a aumentar su uso, no sólo para apoyar el crecimiento del transporte público, sino también para seguir reduciendo las emisiones de CO2. Para cambiar esta tendencia, se están reduciendo radicalmente las subvenciones a la compra de coches eléctricos. Según el último anuncio del Gobierno, las generosas subvenciones estatales actuales se reducirán drásticamente y, en algunos casos, se cancelarán por completo. Las subvenciones para la compra de coches eléctricos sólo estarán disponibles hasta finales de 2022.  

La población parece acoger favorablemente la medida gubernamental. Sin embargo, algunos ciudadanos no están convencidos de que la cancelación de la subvención al coche eléctrico sea la solución para ampliar el transporte público local. 

Una buena infraestructura de transporte público, en particular, es la clave para un futuro sin coches si puede satisfacer las necesidades de movilidad de los ciudadanos. Pero no todos los países pueden permitírselo. En EE.UU., por ejemplo, donde el transporte público es casi inexistente en muchas regiones, habría que hacer enormes inversiones en transporte público antes de esperar que la población cambie el coche por el autobús y el tren. Por otro lado, dada la suficiente disponibilidad de transporte público, no es demasiado pedir a los ciudadanos europeos que abandonen el coche más a menudo. Para reducir las emisiones del transporte hasta un 42% de aquí a 2030, Alemania ha optado por un paquete mixto de medidas. Esto incluye no sólo el refuerzo del ferrocarril y el aumento de la tarificación del CO2, sino también el fomento de la electromovilidad. Sin embargo, el Gobierno alemán también tiene dudas sobre la contribución real de los coches eléctricos a la reducción de CO2. Todavía no se ha tomado ninguna decisión sobre la ampliación de la bonificación medioambiental.  

Un endurecimiento de las normas sobre zonas medioambientales también podría ayudar a Noruega a reducir el número de coches en las carreteras. Aunque en Oslo existe una tasa de congestión, las dos zonas de bajas emisiones de Noruega sólo están activas cuando se superan los límites de contaminantes. La creación de zonas activas permanentemente, como ocurre en Alemania, Austria y Bélgica, sería una idea. Pero una cosa es cierta. Independientemente de que sean de combustión o eléctricos, cada vez circularán menos coches en Noruega en el futuro.