Polvo fino en el Ártico

La mayoría de la gente está familiarizada con los microplásticos en relación con los océanos. Cada vez con más frecuencia y en altas concentraciones, este producto de desecho se asienta en todas partes. Pero los microplásticos y, por supuesto, el polvo fino también pueden encontrarse en el aire. Como demuestran de forma impresionante y chocante estudios recientes, estas toxinas están en casa incluso en los lugares más remotos. La abrasión de los neumáticos y el polvo de los frenos llegan incluso a una de las zonas más hostiles del planeta: el Ártico.

Según un estudio de la Universidad de Viena, el viento arrastra cada año a nuestros océanos unas 140.000 toneladas, de las que unas 50.000 se depositan en las superficies de nieve y hielo. En el proceso, se eliminan unos 4 kg de material de un neumático de coche durante su vida útil media.
"Especialmente el transporte al Ártico es cuestionable porque el ecosistema allí es muy sensible y ya está contaminado por el cambio climático y otras toxinas", cita Spiegel Online el estudio austriaco. Además, no se puede descartar por completo que las micropartículas tóxicas favorezcan el proceso de deshielo. Los críticos, sin embargo, señalan que las cifras analizadas por la Universidad de Viena no están actualizadas y tienen varios años. Por tanto, cabe suponer que los valores y cantidades son probablemente incluso superiores a los del estudio.

¿El polvo fino de Alemania llega al Ártico? ¡Una locura! El estudio muestra cómo las partículas no son sólo un problema local en las regiones urbanas, sino que también tienen efectos globales.  
Sin embargo, sigue siendo cuestionable si este hecho motivará a la gente a dejar el coche más a menudo y utilizar medios de transporte alternativos. El estudio de Viena está causando sensación en todo el mundo; pero ¿sacamos de él las conclusiones necesarias, si no es ya demasiado tarde?