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Hidrógeno: el combustible del futuro

La demanda de vehículos eléctricos crece en todo el mundo. Pero cada vez más baterías significan también cada vez menos litio, que podría agotarse antes de lo previsto. Un dilema que podría resolverse con hidrógeno.

Muchos consideran que la electromovilidad es la solución en la lucha contra la contaminación atmosférica; al fin y al cabo, casi el 20% de las emisiones de CO2 se deben al tráfico rodado (valores anteriores a la pandemia). Pero cuanto más grande y pesado es un vehículo, más grande y pesada es la batería y más se desgastan los neumáticos, lo que a su vez genera más partículas en el aire. Por ejemplo, un Tesla S con una autonomía de 615 kilómetros tiene una batería que pesa 750 kilos. En principio, sólo los vehículos con una batería más pequeña son limpios, pero también tienen una autonomía menor.

Además, un componente importante de las baterías, el metal ligero litio, podría agotarse pronto, aunque se recicle el litio ya utilizado. Los cálculos del Instituto Fraunhofer sugieren que esto podría ocurrir en 2049, y el Banco UBS prevé incluso que sea así en 2025. Una solución son las baterías de cloruro de sodio y níquel, pero pasarán varios años antes de que estén listas para el mercado.

Una alternativa real, en cambio, es el hidrógeno como combustible. Sin embargo, los coches de hidrógeno siguen siendo mucho más caros que los eléctricos. No obstante, el Gobierno alemán quiere dar al hidrógeno un papel importante. En primer lugar, los camiones y autobuses se convertirán al hidrógeno.

Aunque el tráfico aéreo sólo representa el tres por ciento de las emisiones de CO2 (valores anteriores a la pandemia), el hidrógeno también se utilizará para el transporte aéreo, ya que una batería es demasiado pesada para un avión. Para ello, el Instituto Británico de Tecnología Aeroespacial ha desarrollado un avión que quema hidrógeno sin producir ningún contaminante, a diferencia de la parafina. El hidrógeno se almacena en tres depósitos y garantiza una gran autonomía, de modo que se puede llegar a cualquier lugar del mundo con una sola escala. Lo mejor es que no se producen gases de escape durante la combustión.

Parece una buena alternativa a las baterías de litio, pero al igual que ocurre con la electromovilidad, sigue faltando una infraestructura fiable con la que recargar los vehículos de forma rápida y sencilla. Así pues, qué combustible alternativo es realmente mejor depende de muchos factores, pero una batería eléctrica no es el medio más adecuado para hacer frente a la contaminación atmosférica en todas partes.