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¿Peajes urbanos y zonas sin coches en toda Europa?

A menudo, los ciudadanos se oponen a los proyectos para reducir el número de coches en el centro de las ciudades. Sólo cuando los efectos positivos de estos proyectos se hacen patentes cambian de opinión. Por ejemplo, ya se han introducido peajes urbanos y zonas sin coches en muchas ciudades europeas. Ahora los ciudadanos están cada vez más convencidos. En Alemania, la política es a menudo demasiado vacilante.

El casco histórico de Halle debe tener más espacio para que los peatones paseen y descubran. Para ello, debían eliminarse 500 plazas de aparcamiento. Los ciudadanos se opusieron en referéndum y votaron -aunque por escaso margen- mayoritariamente en contra. Su temor era que el centro de la ciudad se extinguiera si venía menos gente por falta de aparcamientos.

Este miedo al cambio y la falta de imaginación sobre lo que un centro urbano sin coches o un peaje urbano podrían conseguir positivamente suelen significar el fin de tales proyectos. Si los políticos ponen en marcha tales proyectos de todos modos, la aceptación de los ciudadanos suele aumentar en cuanto se hacen patentes sus efectos positivos. Cuando se introdujo la tasa de congestión en Estocolmo, la mayoría de los ciudadanos se opusieron vehementemente. En cuanto se hicieron visibles los efectos de la medida en la vida de la ciudad, dos tercios de los ciudadanos cambiaron de opinión. Esta evolución también pudo observarse en Londres, Milán y Madrid.

Además, los costes de los peajes urbanos suelen ir en favor del transporte público u otros servicios alternativos, de modo que se crea un bucle de retroalimentación positiva en el que cada vez más gente cambia el coche por otras opciones. De este modo, la tendencia a abandonar el coche sigue intensificándose.

En París y Barcelona, donde los alcaldes radicales declaran cada vez más zonas sin coches, también aumenta el apoyo a estas medidas. La vida en las ciudades vuelve a ser más habitable. La gente lo experimenta de primera mano y disfruta de una ciudad más tranquila, más verde y más limpia.

En Alemania, en cambio, muchos proyectos son como el de Halle.  La política es moderada. Muchas iniciativas ciudadanas de zonas sin coches, como en Hamburgo y Berlín, no cuentan con el apoyo de los políticos e incluso son tachadas de "ajenas al mundo" y "alejadas de la vida". Mientras que el Instituto Ifo considera adecuada una tasa por el uso de la carretera de 6 a 10 euros para compensar los costes para la sociedad y el medio ambiente, la ADAC ve el peaje socialmente injusto, ya que las personas con bajos ingresos saldrían perjudicadas. Sin embargo, la mayoría de las personas con bajos ingresos no tienen coche. Por el contrario, se beneficiarían de la expansión del transporte público u otras alternativas gracias a los ingresos de una tasa de congestión.

Por ello, los políticos deberían aplicar más a menudo medidas impopulares y dar a los ciudadanos la oportunidad de experimentar por sí mismos los cambios positivos. Los peajes urbanos, las zonas sin coches y las zonas ecológicas más estrictas serían una forma de conseguir que Alemania fuera más limpia y ecológica y de dar por fin el pistoletazo de salida al cambio de la movilidad en Alemania. Los políticos locales de Múnich quieren introducir un peaje urbano, pero está por ver si lo harán en contra de la preferencia de los ciudadanos.