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Partículas problemáticas: ¿más zonas medioambientales gracias a los combustibles alternativos?

El futuro del automóvil pasa por sistemas de propulsión alternativos. No sólo deben contribuir a la protección del clima, sino también a que el aire de las ciudades sea más limpio. Pero como los vehículos suelen ser mucho más pesados que los motores de combustión convencionales, producen cada vez más partículas. Así que el aire de las ciudades podría volver a empeorar, y podría haber nuevas zonas medioambientales.

La empresa sueca de camiones Scania está trabajando en una idea revolucionaria. Los nuevos camiones irán equipados con células solares en el techo. De este modo, la batería podrá cargarse con energía solar mientras se conduce. Esto debería aumentar la autonomía de los camiones en 5.000 kilómetros cada año. 

Pero aunque este modo alternativo de propulsión podría reducir considerablemente las emisiones del motor, aumentarán otras emisiones. Como las células solares hacen que el camión sea mucho más pesado, la abrasión de los neumáticos, los frenos y la superficie de la carretera también es mayor. Así, el vehículo produce más partículas procedentes de las llamadas emisiones no de escape. 

Los coches eléctricos tienen un problema similar. Dado que la batería, especialmente en los vehículos de larga autonomía, soporta un peso enorme, también producen cada vez más partículas por abrasión. El problema también existe en los coches de combustión interna y los políticos lo ignoraron durante mucho tiempo. Sin embargo, cuanto más pesado es un coche, mayores son las emisiones no procedentes de los gases de escape. Por tanto, los coches eléctricos de larga autonomía y los vehículos equipados con nuevas tecnologías, como células solares, siempre producirán más partículas por abrasión que los motores de combustión convencionales.  

Según los expertos, las partículas procedentes de emisiones no procedentes de los gases de escape podrían representar ya la mitad de todas las emisiones del tráfico. Por tanto, la nueva norma Euro 7, que se aplicará a los turismos en la UE a partir de 2025 y también a los vehículos más pesados a partir de 2027, incluirá también las emisiones procedentes de la abrasión de frenos y neumáticos. Los fabricantes se enfrentarán entonces a nuevos retos para cumplir la nueva norma sobre emisiones y necesitarán nuevas tecnologías para reducir las emisiones de partículas lejos del motor. 

Para los ciudadanos europeos, por tanto, el cambio a sistemas de propulsión alternativos no significa necesariamente un suspiro de alivio. Aunque la calidad del aire podría mejorar considerablemente con la prohibición de los vehículos diésel, por ejemplo, en lo que respecta a los óxidos de nitrógeno, las concentraciones de partículas seguirán siendo elevadas o incluso aumentarán por el momento. Por consiguiente, ¡el fin de las zonas ecológicas está lejos de vislumbrarse!