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Nuevas exigencias de la UE: ¿prohibición europea de conducir autobuses de largo recorrido?

Las nuevas propuestas de la UE son tan estrictas que no fomentarán el transporte en autobús respetuoso con el medio ambiente, sino que de hecho lo prohibirán. Si se vuelven a utilizar más turismos para los viajes de larga distancia, cabe pensar incluso en zonas ecológicas en las autopistas.

La Comisión Europea presentará hoy sus planes para una mayor protección del medio ambiente en el sector del transporte. Entre otras cosas, la propuesta incluye una normativa que pronto podría significar el fin de los autobuses de largo recorrido. La Comisión que preside Ursula von der Leyen quiere que los viajes en autobús de hasta 300 km (en otra propuesta hasta 500 km) sean libres de emisiones a partir de 2030. Sobre el papel, parece un objetivo loable para la protección del medio ambiente.

Sin embargo, como esta exigencia es técnicamente imposible de cumplir, el proyecto prohibirá de hecho estos viajes en autobús. Y ello a pesar de que son la alternativa más respetuosa con el clima en las carreteras. De este modo, los ciudadanos que normalmente tomarían el autobús para trayectos más largos se ven obligados a conducir ellos mismos, o incluso a volar. Ambas alternativas claramente más perjudiciales para el medio ambiente y con más emisiones de gases de efecto invernadero. Según el presidente de la Asociación Federal de Operadores de Autobuses Alemanes (bdo), Karl Hülsmann, la propuesta supondrá un importante retroceso en la protección del clima en el transporte. "Estos planes son una amenaza drástica para el medio ambiente, ya que excluirían la opción de movilidad con menos emisiones de gases de efecto invernadero".

Con un aumento del tráfico en las autopistas, no sería impensable ampliar las zonas de bajas emisiones fuera de las ciudades alemanas. Así ocurre ya en algunas zonas de Austria y Francia. Sin duda, el tráfico dentro de las ciudades también seguirá aumentando a medida que la gente se desplace más en coche.

Así que parece que, al igual que con la nueva norma Euro 7, la UE está trabajando en contra de sus propios objetivos climáticos con especificaciones que no pueden aplicarse en la realidad. Sin duda, un endurecimiento moderado de las emisiones de los autobuses es sensato, pero unos objetivos imposibles son claramente contraproducentes. Los ciudadanos tendrán que asumir las consecuencias de las decisiones cuando se introduzcan nuevas zonas medioambientales y prohibiciones de circulación.