Gracias a un proceso fotosintético similar al de la naturaleza, investigadores de la Universidad de Cambridge han logrado producir combustible. Un resultado innovador y prometedor para el sector energético.
Flota en el agua como un nenúfar, pero no es una planta de verdad. Esta es la última innovación de Cambridge, donde un grupo de investigadores se ha unido para explorar soluciones ecológicas para la producción de combustible. Tras un primer prototipo en 2019, el proyecto ha dado un gran paso adelante con la ayuda de una hoja artificial.
El equipo dirigido por el Dr. Virgil Andrei ha desarrollado estructuras en forma de hoja que se apoyan en el agua y que podrían utilizarse en la producción de combustible de forma climáticamente neutra. Y es que las minicentrales en forma de hoja pueden producir valioso combustible a partir de la luz solar, el agua y el dióxido de carbono sin necesidad de ninguna otra acción. El proceso es muy similar al de la fotosíntesis natural, encargada de convertir la energía luminosa en energía química en las plantas.
En concreto, las láminas de plástico compuestas por óxidos metálicos de capa fina y perovskitas pueden producir dos combustibles simultáneamente, a saber, hidrógeno a partir del proceso de división del agua y gas de síntesis a partir de dióxido de carbono. Precisamente por eso, el proyecto es especialmente prometedor. Sobre todo ahora que los avances en nanotecnología han optimizado la maniobrabilidad y el rendimiento de las palas.
"Estas palas combinan las ventajas de la mayoría de las tecnologías de propulsión solar", afirma Andrei. "Alcanzan un alto rendimiento sin dejar de ser compatibles con las técnicas modernas de fabricación", prosigue el investigador. Se imagina que el proyecto representa un primer paso hacia la automatización y ampliación de la producción de combustible solar.
Al igual que las granjas solares se han popularizado para la generación de electricidad, el equipo cree que los sistemas de hojas para la síntesis de combustible también podrían ponerse de moda. No sólo por su función en la industria de los combustibles, sino también como sistema de suministro para lugares remotos e islas, por ejemplo. Las hojas podrían incluso contribuir de forma útil a evitar la evaporación de los canales de riego.
Aunque, por supuesto, todavía queda un largo camino por recorrer antes de que un proyecto así pueda realizarse a gran escala, las noticias de Cambridge dan esperanzas para una transición energética verde. Antes de que podamos hablar de hacer realmente sostenibles diversos ámbitos de la vida -como el transporte-, la transición ecológica debe producirse ante todo en los sectores de la energía y la producción de combustibles. Porque si éstos siguen basándose en recursos fósiles, todos los esfuerzos respetuosos con el clima perderán su eficacia y su valor.