En general, los servicios de conducción se consideran respetuosos con el medio ambiente porque suelen utilizar modelos de vehículos más nuevos y, por tanto, más económicos que los usuarios particulares con sus coches. Investigadores de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh (EE.UU.) han descubierto ahora que no son ni mucho menos tan limpios. Esto se debe sobre todo a los trayectos en vacío, para los que se consume mucho combustible sin beneficio económico.
Los científicos han presentado su estudio en la revista Environmental Science & Technology. Se compararon los datos de los coches particulares con los de servicios de transporte como Uber y Lyft. En primer lugar, las emisiones contaminantes de los servicios de transporte son más bajas, porque la mayoría de los nuevos modelos de transporte con menores emisiones contaminantes están en la carretera. Sin embargo, el consumo de combustible es aproximadamente un 20% mayor debido a los numerosos trayectos en vacío entre trabajos, lo que también significa más contaminantes en el aire.
Además, más desplazamientos implican automáticamente más atascos, más ruido y, por supuesto, más accidentes. Ya en 2018, se calculó que los servicios de conducción en San Francisco fueron responsables de la mitad de todos los atascos de tráfico en la ciudad entre 2010 y 2016. También se calculó que un solo viaje con un servicio de transporte causa costes adicionales para el público en general de entre el 30 y el 35 por ciento que si uno utiliza su propio coche. Los costes adicionales aumentan aún más si se sustituye un viaje en transporte público por un viaje en coche privado.
Una solución son los viajes compartidos, en los que varios pasajeros que tienen que viajar en la misma dirección comparten coche. Este sistema ya se practica en muchos aeropuertos del mundo, pero es fácil de implantar porque sólo hay una dirección para ir desde el aeropuerto, a saber, fuera del aeropuerto. En la vida cotidiana, este tipo de desplazamientos probablemente sólo puedan utilizarse de forma sensata con una planificación precisa; los viajes espontáneos se convertirían entonces en la excepción y no en la regla.
Aún más sucios que los servicios de conducción modernos siguen siendo, por supuesto, los servicios normales de taxi, que desde su invención siempre han realizado trayectos en vacío y, por tanto, llevan décadas provocando más tráfico en las carreteras. Además, sus coches son mucho más viejos que los de los nuevos servicios. La mayoría de sus vehículos ya están equipados con motores eléctricos y, por tanto, no tienen problemas para cumplir las estrictas normas de muchas zonas medioambientales de Europa y del mundo. Un cambio completo a la electricidad regularía el problema de la contaminación atmosférica, pero tampoco reduciría la congestión en las ciudades.