El aire en Estados Unidos es significativamente peor que en Europa, y los límites son menos estrictos. No obstante, la administración del presidente Trump sigue permitiendo las emisiones de partículas como hasta ahora.
Una nueva normativa de la administración aún en funciones del presidente Trump sigue permitiendo las emisiones de las peligrosas partículas PM 2,5 sin controles más estrictos. La Agencia de Protección Medioambiental, independiente del Gobierno, había advertido anteriormente de que las partículas finas eran enormemente perjudiciales para la salud. En abril, un estudio de la Universidad de Harvard (Massachusetts) demostró que las partículas también pueden influir negativamente en la evolución del covid-19. Según los resultados de la investigación, mueren aproximadamente un 15% más de personas a causa del virus si han vivido durante años en zonas con alta contaminación por partículas.
Así pues, la cuestión de las zonas medioambientales y la contaminación atmosférica también desempeña un papel mucho menor en EE.UU. que en Europa. En la mayoría de las ciudades de EE.UU. apenas hay transporte público, la gente depende del coche. Los SUV y los vehículos diésel en general también son muy populares. Los límites de contaminación atmosférica suelen ser mucho más altos que en nuestro país. La Agencia de Protección del Medio Ambiente estadounidense (EPA), por ejemplo, clasifica los óxidos de nitrógeno como nocivos sólo en concentraciones mucho más altas: la concentración medida en partes por billón (ppb) puede llegar a 50 ppb. Esto correspondería a 103 microgramos por metro cúbico y, por tanto, sería unas 2,5 veces superior a las concentraciones permitidas aquí. Este valor aún no se ha medido en ninguna carretera de Europa.
La pregunta que se plantea es: ¿son demasiado estrictos los límites en Europa o Estados Unidos está poniendo en enorme peligro a sus ciudadanos al no regular suficientemente las peligrosas partículas y óxidos de nitrógeno? En los últimos años, el gobierno estadounidense ha tomado muchas decisiones contrarias a las leyes de protección del medio ambiente, por lo que la nueva normativa contra el control de las emisiones de partículas encaja en el patrón y es, sin duda, demasiado laxa.
No obstante, es posible que las zonas medioambientales de Europa se gestionen de otra manera, de modo que se inste a las ciudades a tomar medidas menos precipitadas que cuestan mucho dinero a los contribuyentes pero consiguen poco.