Según un informe publicado recientemente por el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE), las emisiones de CO2 de los automóviles en la UE no han disminuido a pesar de una normativa más estricta y unos objetivos medios más ambiciosos. El informe concluye que, aunque los coches eléctricos podrían contribuir de forma importante a reducir las emisiones, su cuota no está creciendo lo suficientemente rápido como para marcar una diferencia significativa.
El TCE señala que la mayoría de los coches que circulan por las carreteras europeas siguen emitiendo la misma cantidad de CO2 que hace 12 años. Y ello a pesar de que la UE ha fijado un objetivo para las emisiones medias de CO2 de todos los vehículos de nueva matriculación desde 2010. Además, los fabricantes de automóviles tienen que declarar las emisiones de CO2 de sus vehículos en los llamados certificados de conformidad y pagar una tasa si superan determinados objetivos de emisiones.
Pietro Russo, miembro del Tribunal de Cuentas responsable de la fiscalización, afirma que las emisiones de CO2 de los vehículos sólo disminuirán realmente cuando el motor de combustión pierda su posición dominante. Sin embargo, la electrificación del parque automovilístico de la UE es compleja y los fabricantes de automóviles han aprovechado en el pasado las lagunas de las normas de ensayo para lograr emisiones más bajas en las pruebas de laboratorio.
A pesar de la introducción en 2017 de un nuevo ciclo de pruebas de laboratorio que refleja las condiciones reales de conducción, las emisiones reales de los coches convencionales, que siguen representando casi tres cuartas partes de las nuevas matriculaciones, no han disminuido. Los avances técnicos han hecho que los motores sean más eficientes, pero esto se compensa con un mayor peso del vehículo y un aumento de la potencia del motor.
Además, los vehículos híbridos que produzcan emisiones significativamente más altas en la conducción práctica que las medidas en el laboratorio seguirán siendo tratados como vehículos de bajas emisiones hasta 2025. Esto permitirá a los fabricantes seguir aplicando algunas disposiciones del Reglamento sobre CO2 y evitar cargos por superar las emisiones.
Según los inspectores de la UE, el descenso de las emisiones medias de CO2 en conducción real registrado en los últimos años se debe enteramente a los coches eléctricos. Sin embargo, siguen viendo numerosos obstáculos para el avance de los coches eléctricos, como el acceso a materias primas para la producción de baterías suficientes y una infraestructura de recarga inadecuada. Además, los elevados costes de adquisición de los coches eléctricos son un obstáculo para muchos consumidores.
Queda por ver si la UE podrá alcanzar sus objetivos de reducción de CO2 para ser neutra desde el punto de vista climático en 2025. El informe del TCE deja claro que se necesita una estrategia global para reducir las emisiones, que incluya no sólo normativas más estrictas, sino también una electrificación acelerada del parque automovilístico. Sin embargo, esto sólo será posible si los vehículos eléctricos son también asequibles para el consumidor final y se amplía la infraestructura de recarga.