Los conductores podrían tener que contar con ello en breve. Como parte del paquete de medidas del Gobierno para la protección del clima, el aumento de los impuestos sobre los vehículos debería tener un efecto positivo sobre el medio ambiente. Sin embargo, tendría sentido complementarlo con otras medidas de política de transportes.
Desde hace unos meses, los automovilistas tienen que hacer frente, entre otras cosas, al aumento del precio de la gasolina. Ahora podrían añadirse nuevos costes. A finales de agosto finaliza la reducción temporal del impuesto sobre la energía y la correspondiente bonificación por repostaje, tras lo cual el Gobierno sopesará aumentar el impuesto de circulación para los coches con motor de combustión.
Varios medios de comunicación han informado de ello y parecen estar en lo cierto. Hasta ahora, los ministerios no se han pronunciado en contra de una reformulación del impuesto sobre los vehículos de motor. El Ministerio de Hacienda, responsable de los impuestos, incluso ha respondido más abiertamente. El ministerio admite que las negociaciones sobre las disposiciones de protección del clima aún no han concluido. Sin embargo, Stefan Gelbhaar (Partido Verde) ya ha confirmado que un aumento del impuesto de vehículos podría ser uno de los posibles instrumentos del paquete. "El Gobierno federal está trabajando en un paquete global para alcanzar los objetivos legales de protección del clima", ha declarado el portavoz de política de transportes del partido. "Como en los últimos años se han emitido más gases de efecto invernadero perjudiciales para el clima en el sector del transporte, en lugar de menos, hay que tomar medidas eficaces sobre todo aquí", continuó.
El argumento se basa en el principio de "quien contamina paga", que a menudo "se utiliza como base de las medidas" en materia de protección del clima y suele ser percibido como justo por los ciudadanos. En definitiva, se trata de un endurecimiento de la norma básica que ya se aplica al impuesto sobre los vehículos de motor, según la cual el Estado gravará más los coches con mayor cilindrada o mayor consumo de combustible. Según la posible subida de impuestos, aquellos cuyos coches contribuyan más a la contaminación atmosférica también pagarán más por ello. Ya se utilizan argumentos similares en otros ámbitos de la política de transportes. Según una reciente decisión del tribunal de distrito de Fráncfort, quienes supongan un mayor riesgo para la seguridad del público o para el medio ambiente por infringir las normas de tráfico podrían tener que pagar multas más elevadas en el futuro.
Esto debería conducir a una reducción del número de infracciones de tráfico, además de redistribuir la responsabilidad de los conductores y reducir, al menos parcialmente, la carga sobre el medio ambiente. Un aumento del impuesto sobre los vehículos de motor basado en el consumidor debería tener un efecto similar. Con ello se pretende poner en marcha un mecanismo que anime a cada vez más conductores a prescindir de los coches pesados con motores potentes. En su lugar, los conductores elegirán modelos más pequeños que consuman menos combustible y, por tanto, contaminen menos. Los políticos también esperan que la subida de impuestos dé un impulso positivo a la electrificación de la movilidad y, por tanto, provoque un aumento de las tasas de compra de coches eléctricos.
Si el Gobierno da realmente el paso y ordena un aumento del impuesto de circulación para los coches de gasolina y diésel, Alemania podría quizás dar un paso más hacia un futuro más ecológico. Sin embargo, se necesitan más instrumentos para reorganizar la política de transportes de forma más sostenible. Un mayor fomento del transporte público y el desarrollo del sistema de zonas ecológicas siguen figurando entre las medidas más eficaces en la lucha contra el cambio climático.