Con unos pocos ajustes, las emisiones del transporte marítimo pueden reducirse de aquí a 2030. Un estudio reciente demuestra que tomando precauciones para ahorrar energía y aumentando el uso de formas alternativas de propulsión, como el hidrógeno, las emisiones pueden reducirse casi a la mitad.
El transporte marítimo representa alrededor del tres por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. A esto hay que añadir las emisiones aún más elevadas de óxidos de azufre (SOx), óxidos de nitrógeno (NOx), hollín y partículas. Por tanto, es innegable que el sector del transporte marítimo tiene un impacto significativo en el medio ambiente, el clima y la salud, y que la industria debe acelerar el ritmo de la transición ecológica. Pero todavía no existen a gran escala alternativas baratas y limpias de propulsión al gasóleo, ampliamente utilizado en la actualidad.
Sin embargo, las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo internacional podrían reducirse a la mitad de aquí a 2030 sin afectar al comercio mundial. Esto se debe a que ya pueden tomarse otras medidas y precauciones para frenar el impacto ambiental del transporte marítimo y fluvial. Este es el resultado de un estudio de la consultora holandesa CE Delft, según el cual pueden utilizarse técnicas ya disponibles para reducir al menos entre un 28% y un 47% las emisiones de CO2 en esta década. El análisis sugiere diversas medidas, desde un mejor mantenimiento de los motores hasta una mayor eficiencia y reducción de la velocidad para ahorrar energía. Las tecnologías de software también pueden ser útiles, por ejemplo para ajustar la velocidad de rumbo a las condiciones marítimas con el fin de optimizar el rendimiento del motor. Pero, sobre todo, el sector debería -según el estudio- recurrir cada vez más a tecnologías de propulsión alternativas, como el hidrógeno, el biocombustible o las baterías eléctricas.
Desde luego, estas modalidades no representarían una solución permanente, pero acercarían gradualmente el transporte marítimo a un futuro más ecológico. Al menos hasta que la tecnología haya encontrado una solución sostenible desde el punto de vista medioambiental y económico - y para que puedan apoyar también otras medidas legales a nivel internacional, como el establecimiento de la llamada zona SECA en el Mediterráneo a partir de 2025. Para ello, la UE planea integrar el transporte marítimo en el sistema europeo de comercio de derechos de emisión y dotarlo así de un impuesto sobre las emisiones de CO2. Las negociaciones con la Organización Marítima Internacional (OMI) siguen su curso. Sin embargo, se habla de una tasa mundial de 100 dólares por tonelada de dióxido de carbono. Y al final, el sector marítimo podría incluso ahorrar dinero si siguiera la propuesta del estudio. Y es que los costes derivados del comercio de derechos de emisión o de un impuesto sobre el CO2 serían muy superiores al incremento de costes de entre el seis y el catorce por ciento previsto por la inversión verde.
¿Qué depara el futuro al transporte marítimo? ¿Se reducirá por fin la contaminación climática de los barcos y buques portacontenedores? Esto es tan importante en las vías navegables como en las terrestres.