A costa del medio ambiente, las empresas de transporte utilizan dispositivos ilegales para limpiar los gases de escape. ¿Se introducirán nuevos controles? ¿O hay que endurecer la normativa de las zonas medioambientales para impedir que los manipuladores de gases de escape contaminen el aire sin ser detectados?
Apenas unos días después de la decisión del Tribunal de Justicia Europeo de declarar ilegales los dispositivos de desactivación con ventanas térmicas, la manipulación de los gases de escape vuelve a estar en el centro del debate. La atención se centra ahora en los camiones que permanecen bajo el radar al utilizar los llamados emuladores - y garantizan impunemente el aire limpio en las carreteras alemanas. Las empresas de logística pueden desconectar el sistema de depuración de gases de escape de sus camiones y ahorrar hasta 2.000 euros al año en AdBlue.
La solución de urea es actualmente la única para motores diésel con catalizadores SCR para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno. Los vehículos que no lo llevan son ilegales en la Unión Europea. Sin el catalizador, esos vehículos diésel ni siquiera podrían arrancar. A menos que se utilizara un dispositivo de manipulación de los gases de escape, ya fuera una pequeña caja negra en el compartimento del motor o una actualización del software de la electrónica de a bordo. En este caso, los emuladores pueden impedir la inyección de AdBlue y, al mismo tiempo, engañar a la electrónica del motor haciéndole creer que todo funciona correctamente. De este modo, los conductores de camiones y las flotas de transporte ahorran una cantidad considerable de dinero, tanto en el repostaje de la solución como en las consiguientes pérdidas de mantenimiento y sustitución de los sistemas de limpieza. Especialmente en el contexto de la crisis energética y el impacto que está teniendo en la producción y el coste de AdBlue, es fácil que muchas empresas de transporte tomen esta decisión a expensas del medio ambiente. Un problema del que son conscientes las autoridades.
Sin embargo, las inspecciones realizadas por la Oficina Federal de Transporte de Mercancías (BAG) distan mucho de ser suficientes. De los 7070 camiones inspeccionados, 292 incumplían el sistema de depuración de gases de escape. Esto corresponde a un porcentaje del 4,1%. En opinión del físico medioambiental Denis Pöhler, las cifras de la BAG son, por tanto, demasiado bajas. Andreas Mossyrsch, de la asociación de transportistas Camion Pro, también critica los controles actuales por considerarlos tan poco como erróneos. Opiniones que también se ven reforzadas por las conclusiones de la organización alemana de ayuda al medio ambiente (DUH). En sus propias mediciones, la DUH constató que "sólo el 46% de los vehículos de la clase de contaminantes VI cumple el valor límite de contaminantes aplicable". Según la organización ecologista, es necesario realizar más y mejores controles para evaluar mejor la situación y planificar contramedidas eficaces. También habría que aumentar las sanciones por infracciones para frenar la propagación de emuladores ilegales. Al fin y al cabo, las multas de unos 100 euros difícilmente son una defensa eficaz contra el ahorro de cuatro cifras.
Si un nuevo sistema de inspección no se implanta con suficiente éxito para sacar los dispositivos ilegales de las calles, las autoridades tendrán que encontrar otra solución. ¿Deberían introducirse normas más estrictas para entrar en la zona medioambiental en caso de controles insuficientes? Aunque esto no permitiría saber con certeza si se está produciendo una manipulación ilegal o no, sí reduciría el riesgo, al disminuir el número de camiones con clases de emisiones más elevadas en la carretera. En última instancia, es importante que el aire y el medio ambiente sigan estando protegidos de la contaminación relacionada con el tráfico, especialmente en las zonas de bajas emisiones. De lo contrario, su eficacia y su papel como protectores del medio ambiente se verán comprometidos, con importantes consecuencias para el clima y la salud pública.