A partir de mediados de 2024, los vehículos de altas emisiones estarán prohibidos en las ciudades polacas, empezando por Cracovia y Varsovia. Las zonas de bajas emisiones, basadas en el modelo europeo, pretenden regular el tráfico rodado y reducir los niveles de contaminantes en el aire. Sin embargo, los constantes aplazamientos y problemas logísticos de aplicación hacen temer nuevos retrasos, para desgracia de los ciudadanos y el medio ambiente.
Como en muchas regiones del mundo, la contaminación atmosférica también es motivo de preocupación en Polonia: 46.000 personas mueren cada año como consecuencia de la polución del aire. Según las previsiones de las autoridades, los niveles de contaminantes van a aumentar, sobre todo en el próximo invierno. Los expertos temen que incluso se dupliquen. Esto se debe a que, según informan los medios de comunicación locales e internacionales, la actual crisis energética obligará a una preocupante mayoría de la población a calentar sus hogares utilizando todos los medios disponibles, desde cartón y plástico hasta materiales de desecho encontrados en la calle. Por tanto, ahora es más importante que nunca reducir las emisiones contaminantes en la medida de lo posible, empezando por el transporte.
Sin embargo, muchas medidas concretas adoptadas en otras ciudades europeas para reducir la contaminación aún no han encontrado su lugar en Polonia. Con demasiada frecuencia, por ejemplo, los planes de introducción de zonas de bajo tráfico y bajas emisiones se han detenido en la fase de consulta. En los últimos meses, sin embargo, el debate sobre esta cuestión se ha intensificado, junto con la preocupación generalizada por la contaminación y su impacto en la salud de los ciudadanos.
El pasado mes de junio, incluso la Comisión Europea decidió crear las llamadas "zonas de transporte limpio" como parte de un plan nacional más amplio de recuperación del país. Se aplicarán en todas las ciudades de más de 100.000 habitantes en las que se superen de forma demostrable los niveles permitidos de contaminación atmosférica. Sin embargo, ningún municipio de Polonia ha aplicado aún en la práctica las instrucciones de la Unión Europea. Pero esto va a cambiar pronto. En el marco del "Congreso de la Nueva Movilidad", funcionarios municipales y expertos han elaborado por fin un plan para la aplicación óptima de las zonas medioambientales.
No es sólo la Unión Europea o la influencia de los países vecinos, donde las zonas de bajas emisiones casi se han convertido en norma, lo que está impulsando a Polonia a actuar. La presión para actuar también viene de abajo: alrededor del 60% de la población apoya la aplicación de un plan de aire limpio. Aún no es posible decir con certeza cuándo se hará realidad en todo el país. Esto se debe a que las autoridades se están encontrando con dificultades muy diversas. Entre otras cosas, la infraestructura local de transporte público, a menudo subdesarrollada y desigualmente distribuida en comparación con otras ciudades europeas, plantea un problema.
La conexión a una red de transporte público fiable es fundamental para el éxito de las próximas zonas de bajas emisiones. Dado que prohibirán la circulación de coches diésel y de gasolina por sus emisiones contaminantes, los servicios de transporte público polacos deben ser capaces de seguir el ritmo de la creciente demanda. Sobre todo cuando los ciudadanos no pueden permitirse actualmente cambiar a vehículos más respetuosos con el medio ambiente. Por ello, no es de extrañar que de los 24,3 millones de vehículos matriculados actualmente, el número de coches eléctricos sea sólo de 22.000, es decir, el 0,09%.
En consecuencia, son una vez más las grandes ciudades las que tienen la oportunidad de iniciar el cambio de rumbo del tráfico y crear auténticas zonas de bajas emisiones siguiendo el modelo de las ciudades europeas de Polonia. Cracovia, en particular, parece avanzar y está a punto de hacer realidad el proyecto.
Prevista inicialmente para 2023, el ayuntamiento ha pospuesto ahora la introducción de las zonas de bajas emisiones a julio de 2024 tras varios retrasos. A partir de entonces, todos los coches y autobuses de las clases M1, M2 y M3, así como los vehículos comerciales de las clases N1 a N3, con motores alimentados con combustibles fósiles que no cumplan las clases de emisiones correspondientes dejarán de poder circular por la ciudad, aunque éstas serán mucho más laxas de lo previsto inicialmente. Sin embargo, estas prohibiciones de circulación, previstas inicialmente sólo para el centro de la ciudad, se extenderán a toda el área urbana y animarán así a la mayoría de los ciudadanos a pasarse a medios de transporte más sostenibles. No obstante, quien siga conduciendo un vehículo que no cumpla la nueva normativa tendrá que pagar una tasa única de tránsito para entrar en la zona de bajas emisiones de Cracovia durante los tres primeros años tras la entrada en vigor de la prohibición, o bien suscribir un abono mensual. De lo contrario, los infractores podrían enfrentarse a una multa de hasta 500 złoty.
Sin embargo, el plan presentado por Cracovia aún no es una decisión definitiva. Esta no llegará hasta finales de este año, tras una nueva votación en octubre. La situación no es diferente en Varsovia, donde está previsto celebrar nuevas consultas con los ciudadanos a principios del año que viene. Sin embargo, es "demasiado tarde", al menos en opinión de los representantes de la iniciativa ciudadana "Polski Alarm Smogowy" (PAS), para contrarrestar a tiempo el problema de la contaminación atmosférica y garantizar así unas condiciones de vida seguras a los ciudadanos en los próximos meses. En su lugar, la PAS propone que la zona de bajas emisiones de Cracovia entre en vigor con un sistema gradual a partir de julio de 2023 a más tardar. Espera que la actuación de Cracovia sirva de ejemplo para otras ciudades, de modo que éstas, a su vez, también decidan introducir zonas de bajas emisiones más rápidamente en el resto de Polonia. Lodz, Breslavia, Zabrze, Gliwice, Rzeszów, Bydgoszcz y Gdansk, entre otras, también están interesadas en introducir una zona de bajas emisiones.
Cuanto más esperen, más críticos serán los niveles de contaminantes en el aire. Se trata de un resultado indeseable, no sólo porque incumple la normativa internacional de protección del clima, sino sobre todo porque supone una amenaza inmediata para la calidad del aire de Polonia, el medio ambiente y, en última instancia, la salud de sus ciudadanos.