Biocarburantes, e-combustibles, electricidad... Con tantos vehículos de gasolina y gasóleo circulando aún años después del fin del motor de combustión, la posibilidad de abandonar los combustibles fósiles es esencial. Sin embargo, no existe una única forma clara de hacerlo.
A estas alturas, no cabe duda de que el coche del futuro debe estar libre de emisiones. La inmensa mayoría de los coches nuevos, sobre todo en el segmento de los turismos, tendrán probablemente una propulsión eléctrica en el futuro. Sin embargo, sigue siendo extremadamente importante encontrar otras soluciones, independientes de la electrificación del transporte, por ejemplo. Es cierto que los coches de nueva matriculación ya no podrán emitir CO2 perjudicial para el clima a partir de 2035. Sin embargo, la llamada prohibición de los motores de combustión no significará que todos los coches con motor de combustión desaparezcan de repente. Incluso 10 años después de la prohibición de nuevas matriculaciones en toda la UE, los expertos creen que un número significativo de motores de combustión podría seguir circulando por las carreteras. Esto plantea una pregunta tanto a los fabricantes de automóviles como a los políticos: ¿Pueden los motores de combustión perjudiciales para el clima, ya sea con el uso de combustibles alternativos o con transformaciones del motor, ser también más respetuosos con el medio ambiente?
La forma más sencilla, al menos sobre el papel, de conseguir que un coche con motor de combustión sea neutro desde el punto de vista climático sería conseguir que el propio motor de combustión fuera neutro desde el punto de vista climático. Para ello existen varias alternativas, algunas de las cuales existen desde hace décadas. Por ejemplo, están los biocombustibles, es decir, soluciones de combustible consistentes en gasolina convencional con una pequeña proporción de bioetanol mezclado, así como los cada vez más populares e-combustibles. Ambos presentan ventajas en términos de sostenibilidad. El biocombustible o el biodiésel análogo sólo liberan durante la combustión la misma cantidad de CO2 que la almacenada previamente en las plantas. Por tanto, son neutros en carbono. Los e-combustibles, combustible de aceite mineral reproducido sintéticamente, pretenden tener un efecto similar de ausencia de carbono. En este caso, la producción de e-combustibles no se basa en cultivos alimentarios, sino en procesos químicos que suministran al motor del coche energía procedente del aire, el hidrógeno y la electricidad verde.
Al mismo tiempo, tanto los biocarburantes como los e-combustibles tienen sus límites. Entre ellos están, por ejemplo, las consecuencias de los cultivos oleaginosos para el sistema agrícola, así como las dificultades para obtener recursos como el hidrógeno y la electricidad verde en cantidades suficientes y a precios asequibles. Por tanto, un simple cambio de tipo de combustible no siempre basta para que todos los coches con motor de gasolina o diésel bajo el capó sean más limpios. A menudo es precisamente este combustible el que hay que sustituir para que el vehículo sea neutro para el clima. Sin embargo, sustituir el motor para adaptarlo a la electrificación no es una empresa barata. Aunque cada vez son más las empresas que ofrecen la readaptación de vehículos, una intervención de este tipo sigue costando unos 5.000 euros. Una cantidad que ya podría cubrir la compra de un e-car, al menos en parte.
Ya se trate de un e-car propio o de biocombustibles y e-combustibles, probablemente habrá que recurrir a una mezcla de diversos enfoques para que el parque automovilístico avance hacia la neutralidad climática en un futuro próximo. Al fin y al cabo, es importante encontrar un camino hacia un futuro limpio y respetuoso con el clima para el transporte. Sin embargo, todas las medidas cuestan una cantidad relativamente grande de dinero. Por eso, lo más probable es que a la mayoría de los automovilistas les compense pasarse a la electricidad cuanto antes. O, lo que es aún mejor para el medio ambiente, renunciar por completo a su propio coche, en favor de la bicicleta y el transporte público, por ejemplo.