La medida pretende complementar la actual zona de bajas emisiones. El objetivo es contribuir positivamente a una movilidad más sostenible y a la salud pública.
Conducir en la capital catalana pronto podría costar algo. Bajo el lema "De una ciudad de coches a una ciudad de personas", un grupo de ocho asociaciones ecologistas y de transporte público ha propuesto que la ciudad de Barcelona contemple un peaje de cuatro euros. La idea forma parte de la campaña "Barcelona'22", cuyo objetivo es librar al centro de la ciudad de coches en la medida de lo posible.
La medida propuesta por los interesados a mediados de mayo tendría una serie de efectos positivos en la vida de la ciudad y en el medio ambiente. La introducción de un peaje debería permitir a Barcelona ganar más espacio público para los peatones. Al mismo tiempo, se animará a los ciudadanos a replantearse su habitual uso individual del vehículo privado y a utilizar con más frecuencia los servicios de transporte local. También se pretende reducir significativamente los niveles de siniestralidad y ruido en la ciudad. Como complemento y desarrollo de la ya activa zona de bajas emisiones, la tasa de congestión debería, sobre todo, tener un efecto positivo en la lucha contra la contaminación.
Con una media diaria de 35.000 vehículos circulando por la metrópoli española, Barcelona es la ciudad con mayor densidad de vehículos y el sexto nivel más alto de contaminación atmosférica de Europa. Y ello a pesar de la introducción en 2017 de una zona de bajas emisiones para el centro de la ciudad y algunos municipios de los alrededores. Las organizaciones implicadas en el proyecto opinan que, por desgracia, sigue siendo insuficiente para reducir significativamente la contaminación. Sin embargo, según los cálculos de los promotores de la iniciativa, la introducción de una tasa de congestión reduciría el tráfico de automóviles y las emisiones contaminantes asociadas en un 21,5 %.
Salvo algunas excepciones, la medida afectaría a todos los vehículos privados que circulen por Barcelona. Independientemente de si son residentes o visitantes. Según la propuesta, quedarían exentos del peaje los coches con tres o más ocupantes o los vehículos privados utilizados por empleados con bajos ingresos para desplazarse al trabajo. También estarían exentos de pago el transporte público, los taxis, los vehículos de los servicios de emergencia o los coches que transporten a personas con movilidad reducida. Además, todos tendrían 10 días de viaje gratis al año. Para el resto de desplazamientos en coche, los usuarios de vehículos no exentos tendrán que pagar el peaje el día antes de incorporarse al tráfico. De este modo, evitarán ser multados con entre 200 y 600 euros.
Las organizaciones impulsoras de la iniciativa han afirmado que la Administración les ha comunicado que el peaje urbano sería estudiado y revisado. Sin embargo, aún no se ha hecho ninguna propuesta oficial. El ayuntamiento asegura que ha recogido la petición. Según Janet Sanz, responsable de ecología, urbanismo, infraestructuras y movilidad de la capital catalana, aún no hay tiempo para una revisión exhaustiva. Sanz también ha recordado que la implantación de una tasa de congestión requeriría una modificación de la ley, por lo que es "imprescindible" un acuerdo entre las distintas administraciones. Igualmente necesario para impulsar el proyecto es el refuerzo de las infraestructuras de transporte público. Sólo así la medida podría realmente "desincentivar el uso del vehículo privado" y propiciar una transición de la movilidad hacia una Barcelona más verde. Se ha propuesto que los ingresos generados por la tasa de congestión, unos 370 millones anuales, se inviertan en un presupuesto para mejorar la red de transporte público.
Sin embargo, la propuesta de las asociaciones catalanas no es la primera vez que una petición para la introducción de una tasa de congestión atrae la suficiente atención como para que sea considerada por los políticos. Aunque un peaje se considera inicialmente una medida "impopular", gana rápidamente apoyo social cuando los beneficios para toda la población se hacen reconocibles tras su implantación. Este es al menos el caso en las diecinueve ciudades de ocho países europeos donde se ha aplicado. En Barcelona, en cambio, los ciudadanos parecen acoger desde el principio con los brazos abiertos la posible introducción de una tasa de congestión. Como muestra una encuesta realizada por el Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública, el 51% de los encuestados estaría a favor de una tasa de congestión en Barcelona.
Sin embargo, aún no está claro con qué rapidez tomará una decisión el ayuntamiento. Hasta entonces, sin embargo, no hay que olvidar la zona medioambiental existente en Barcelona.