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Autopista superconductora: ¿Sueño de futuro o clave de la movilidad verde?

Green-Zones News

Gracias a los superconductores, los coches y camiones no sólo pueden viajar a toda velocidad, sino que además pueden hacerlo completamente libres de emisiones locales. Así lo demuestra un nuevo estudio que explica el potencial de las autopistas superconductoras para dar un giro al transporte, también en el fomento de las tecnologías del hidrógeno.

Movilidad eléctrica, tecnología de pilas de combustible y mucho más: son muchas las formas en que investigadores y políticos intentan dirigir el mundo del transporte hacia un futuro más ecológico, para reducir las emisiones y cumplir los objetivos climáticos. Sin embargo, no existe una solución clara y sencilla. Una y otra vez, el sector del transporte ha luchado por alcanzar la neutralidad climática. Tras años de darle vueltas a la idea, un equipo internacional de investigación sugiere ahora que la solución a muchos problemas podría ser una sola: superconductores para autopistas. 

Se trata de autopistas -aunque el sistema podría ampliarse más adelante a otros tramos de carretera- en las que se espera que coches y camiones por igual se deslicen a la velocidad del rayo sobre imanes superconductores. "A velocidades de al menos 640 kilómetros por hora, el sistema superconductor podrá transportar personas y mercancías", afirma un nuevo estudio. Los materiales superconductores podrían instalarse bajo las autopistas existentes, por ejemplo, para aprovechar la infraestructura existente. Los vehículos, ya sean coches pequeños o camiones, por su parte, sólo necesitarían un imán que les permitiera flotar por encima de la vía superconductora.  

Desde luego, la idea no es nueva, pero el grupo de investigadores de la Universidad de Houston, el Adelwitz Technologiezentrum GmbH de Torgau (Sajonia) y el Instituto Leibniz de Dresde le han dado un complemento necesario desde hace tiempo. Para que los superimanes funcionen correctamente, necesitan temperaturas muy bajas. Sin embargo, según el plan de los científicos, el superconductor podría equiparse simplemente con una tubería que permitiera el flujo de hidrógeno líquido para su refrigeración. Y ahí es donde reside el mayor potencial de esta tecnología, que va incluso más allá de la posibilidad de un transporte rápido y sin emisiones para vehículos de todos los tamaños. Porque las tuberías también pueden desempeñar un papel clave en el fomento de la movilidad del hidrógeno. La tubería no sólo proporcionaría a los superconductores la refrigeración necesaria, sino que también serviría como medio de transporte de hidrógeno de largo alcance. 

Que un proyecto de esta envergadura sea una empresa de gran envergadura para cualquier Estado, incluso con el apoyo de grandes empresas e inversores privados, no es ninguna sorpresa. Pero la dualidad de beneficios que aportarían las autopistas superconductoras -dicen los investigadores en su estudio- es indiscutible. Por un lado, la nueva tecnología permitiría un transporte más rápido y limpio, al menos en las principales autopistas. Por otro, sería una solución viable al actualmente complejo y costoso proceso de suministro de hidrógeno - y apoyaría así el desarrollo del hidrógeno como principal modo de propulsión para todos aquellos vehículos que siguieran circulando por las carreteras tradicionales.  

¿Se quedará sólo en eso el innovador proyecto? ¿O serán los próximos años testimonio de un avance tecnológico digno de una novela del futuro?