Los desplazamientos diarios matutinos en coche al colegio, conocidos como "parent taxis", son hoy un fenómeno muy extendido en las ciudades alemanas. Sin embargo, este tipo de transporte escolar no sólo entraña riesgos para la seguridad, sino que también perjudica la calidad del aire en los alrededores de los colegios. Por ello, la Asociación Alemana de Ciudades ha pedido recientemente un mayor margen de maniobra para que las ciudades y municipios tomen medidas contra esta práctica.
El impacto de los atascos en la calidad del aire es indiscutible. Más vehículos provocan mayores emisiones de óxidos de nitrógeno y partículas, que se consideran perjudiciales para la salud. Los niños están especialmente expuestos, ya que sus pulmones aún se están desarrollando. Por eso es comprensible el deseo de mejorar la calidad del aire en torno a las escuelas.
En España ya existen las llamadas "zonas escolares", en las que se restringe el tráfico de automóviles. La prohibición de circular y la restricción del aparcamiento pretenden mejorar la calidad del aire y garantizar la seguridad de los escolares. ¿Podría este modelo funcionar también en las ciudades alemanas?
La demanda de más margen de maniobra para las autoridades locales en la planificación y gestión del tráfico podría hacerlo posible. Sin embargo, cabe preguntarse si los cierres temporales de carreteras delante de los colegios son una solución viable y eficaz. Podrían provocar el desplazamiento del tráfico a las calles vecinas, lo que no resolvería el problema, sino que sólo lo desplazaría. También podrían suponer una carga adicional para los padres que dependen del coche.
Otro reto es la cuestión legal. En la actualidad, a las autoridades locales les resulta muy difícil demostrar una situación específica de riesgo para justificar esos cierres de carreteras. Por lo tanto, sería deseable una normativa de ámbito nacional y jurídicamente segura.
En última instancia, la introducción de zonas escolares podría dar lugar a más zonas medioambientales y prohibiciones de circulación. Pero, ¿es éste realmente el enfoque correcto? Es importante mejorar la calidad del aire y garantizar la seguridad de los niños. Pero también deberían considerarse otras soluciones menos restrictivas y que aborden no sólo los síntomas, sino también las causas del problema.
Una de ellas podría consistir en hacer más atractivos el transporte público y el uso de la bicicleta y hacer más seguro el trayecto a la escuela para los niños. Esto podría lograrse mediante mejores carriles bici, más autobuses escolares y senderos más seguros.
En resumen, el problema de los "padres taxis" no será fácil de resolver. Se necesita una solución equilibrada que tenga en cuenta la seguridad y la salud de los niños, la calidad del aire y las necesidades de movilidad de los padres. Queda por ver si las zonas escolares representan esa solución.